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Transcripción

Un intento de supervivencia

Un texto de mi libro «El peso del vacío»

¡Hola, lectores!

Esta vez, para el pódcast, les traigo la lectura de uno de mis poemas incluido en mi libro «El peso del vacío».

Dejo la transcripción aquí:

Hola de nuevo. He vuelto desde la sima. A ver, he tocado fondo tantas veces que he aprendido a caer con estilo. Es sencillo de entenderlo, mira: mi derrota es un hecho inevitable, así que la he convertido en mi deporte predilecto. De tanto pensar con los ojos cerrados he acabado encontrándole más sentido a la oscuridad que a la luz.

No te equivoques, yo sigo siendo el mismo. Te sigo queriendo, sigo mirándote cuando no encuentro a nadie, es sólo que entre tanta neblina las figuras también se deforman.

Sé que te quiero, pero no sé si necesito hacerlo. Sé que me odio, aunque no sé aún las razones. Sé que necesito cambiar, pero no sé el qué ni el cómo. Sé que debo huir, pero no sé hacia qué camino. Si quiero ser feliz debo hacerlo por el amor que me tengo o, mejor dicho, a pesar de eso.

Porque no he encontrado nada en esta tormenta. La última mujer que se ha quedado conmigo tanto tiempo terminó buscando un pretexto para irse. O sea, que su sentido común funcionaba a la perfección. Contigo no fue lo mismo, pero tampoco tan diferente. No te has quedado a ver cuál es la grieta por donde la tristeza se filtra e inunda mi alma, tampoco has visto cuántas veces he tratado de callarme por saber que lo que diría no iba a solucionar nada.

No has vivido mis desvelos ni me has permitido saber de los tuyos. Somos dos mundos que por mucho que caminen cerca jamás van a llegar juntos a ninguna parte.

Qué somos, me pregunto. Quién eres, si aun con tanto escribir sobre ti sigues pareciéndome una extraña. Caigo más veces de las que me levanto, ya te lo he dicho. El odio y la indiferencia llegan a nublarme la vista cuando abro los ojos. Me pongo de pie, cada vez más confundido de las cosas que traigo conmigo.

Soy el mismo en el sentido de que no he cambiado de rostro ni de carga, pero cada vez que pestañeo un sueño se esfuma, se me quita de encima otro peso muerto de inocencia. Ya no hago lo de siempre, voy tratando de buscarme por otro sitio, a ver si aún me queda algo de dignidad para no sentir que me traiciono.

Yo te quiero, pero ya no me recuerdas a la parte feliz de mi vida. Te quiero y eso lo sé porque antes de caer también lo hacía, así que es más una cuestión de costumbre que de voluntad. Las cosas sucedieron de nuevo sin mi permiso. No es mi culpa y lo sabes. Quiero decirte que yo nunca le mentí a nadie, fue la verdad la que cambió.


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