Cuando Europa no exista
Un texto de mi libro «El peso del vacío»
Hoy comparto uno de mis textos favoritos, que pertenece a mi libro El peso del vacío y que espero que sea de su agrado. Estoy trabajando en nuevos textos inéditos que compartiré los próximos domingos, así como algunos ensayos. Les dejo el botón de suscripción si aún no forman parte de Hache de Silencio. 📩
Sin más, les deseo una feliz lectura.
Si para recordarte tengo que remontarme al adiós, trataré de buscarte en la parte menos dolorosa, en la que pude contener por un instante tu voz hablándome, tan serena y directa, como un fuego que se abre paso entre las vísceras muy lento, devorando. No pude soportar tanto, es cierto, y por eso te pido perdón ahora, irónicamente, cuando ya no puedes oírme.
Antes fui muy cobarde. No pude aceptar que ninguno de tus caminos cruzaba por el mío, no pude creer que tus manos me habían soltado, que tu piel era una máscara en sí misma, que la Europa de tus sueños no contemplaba mi existencia, que las postales de aquellas cartas fueron las calles de una vida que creías perdida para siempre, y que hallabas en mis ojos un ápice de esa esperanza que te faltaba. Por eso tal vez me quisiste, por eso me hablaste de tus sueños, de nosotros, como quien le lee a un niño su cuento favorito. Querías que te ayudara a ser la mujer que fuiste, a costa del hombre que me costó ser.
Hoy no estás y es imposible no pensar, no recordar cuando no dolías, en esas noches lejanas y bellas, en las que el silencio lo sepultábamos bajo el desliz melódico de un millar de besos, guiados por esa simbiosis del amor y el deseo, cuando el final se veía lejano y difuso. ¿Cómo encuentra el final su cabida en una historia? Supongo que con la complicidad de uno de los protagonistas.
Un día de pronto ya no encontré ese brillo precioso en tus ojos, como si tus sueños se hubiesen fugado, robándote la vida que ya nunca ibas a compartir con nadie. Fue inevitable preguntarme, entonces, si acaso yo nunca estuve en esos sueños, si acaso en tus planes mi nombre no ocupaba una línea, un instante.
Te vi escapar con el invierno, dejando tras de ti muertos de frío los campos donde alguna vez florecieron las palabras que ahora la poesía ya no recuerda. Nadie sabrá que te quise con ese ímpetu que desafiaba a los kilómetros. Nadie sabrá que escribí libros invisibles, inspirado en esa forma que tenías de verme cada vez que lograba sacarte una sonrisa. Nadie sabrá que me enseñaste a quererte a tu modo, que me dejaste contemplar la parte de tu desnudez que nunca te molestó mostrarme, pero que jamás me permitiste ir más allá de tus límites, que no me diste un camino, y que al buscarlo por mi cuenta me detuviste. ¿Tuviste miedo de ser querida hasta lo sumo, o el miedo fue la prevención de un daño inminente? Me lo he preguntado hasta la saciedad y no hay respuesta.
Ya no te preocupes por mí. He aprendido que, aunque se va aquel que ha dejado de querer, quien se queda tarde o temprano seguirá el mismo camino. Por ahora me quedo en este lado del mundo, escribiendo cartas y añorando, perpetuando la falta de motivación, alargando las horas, sin aceptar tus engaños, muriendo sin morirme del todo, por vivir un minuto más en la vida de tu recuerdo.
Y aun cuando Europa no exista y las playas de las postales sean imaginarias, aun cuando tu piel sufra de alzhéimer y la mía no acepte que fuiste mentira, aun cuando el pasado se nos refleje en la mirada y logre escaparse por alguna lágrima, he de ser fuerte por ambos, porque una vez me enseñaste que en la vida de vez en cuando hay que llevarse contusiones en los sueños.
No olvidaré las cosas que aprendí contigo: a no dar demasiado, a esperar el tiempo correcto, a no apresurarme porque lo que inicia rápido, rápido termina. Te echaré de menos, de eso estoy seguro. Y cuando me encuentre en ese estado trágico al que nos arrastra el vacío y la nostalgia, te buscaré en mi excursión a la memoria, para extraer lo mejor de ti, lo que me entregaste y que le dio sentido a mi vida. Eso es algo que te agradeceré siempre, aunque mi vida ya no sea la misma, aunque tú ya no estés en ella.
Si les gustó el texto, tal vez quieran darle una oportunidad a mi libro. Dejo el enlace de Amazon para que le echen un ojo.







