Publicar en redes sociales es una carrera constante. Quien sea creador de contenido comprenderá este punto: todo lo que publicas ahora, pierde vigencia cuando se termina de ver. No hay contenido que trascienda; mientras sirva para hacerle cosquillas al algoritmo, es suficiente.
Los creadores se esfuerzan por captar la atención, por hacer que la gente permanezca el máximo tiempo posible interactuando. Lo sé porque también lo hice.
Y yo, que escribo textos, siguiendo esa misma lógica, debería publicar constantemente algo nuevo para mantener el interés de mis seguidores. Pero, aunque durante un tiempo me lo llegué a creer, no soy una máquina de escribir poemas. La experiencia me ha enseñado que un texto merece su respectivo periodo de maceración. Es por eso que la mayor parte del contenido que publico en redes consiste en frases o fragmentos que ya he publicado con anterioridad.
La creación de este espacio provino precisamente de la necesidad de escapar de la banalización del contenido que uno realiza para las redes sociales, en donde cada publicación deja de estar vigente una hora después de haber sido publicada, y ni que decir si tiene uno o más días. Esa celeridad en la creación de contenido existente en Instagram y Facebook me ha hecho comprender que necesito hacer una pausa, volver a sentir con plenitud la bonanza y la tranquilidad a la hora de escribir. Al menos, escribir en internet.
Porque si hay algo constante en mi vida es la escritura. Todos los días intento actualizar mi diario. Escribo a mano y eso me relaja, me permite ordenar mis ideas, desahogarme, hacerme sentir esa llenura que inspira el tiempo productivo y bien invertido. Pero una cosa es escribir un diario, y otra, muy distinta, escribir relatos, poemas o cartas con intención literaria. La diferencia más grande que encuentro entre ambas actividades es esencialmente estética y técnica. Cuando uno escribe para uno mismo, lo hace a manera de diálogo interno, y cuando escribe para un público, intenta ofrecer un trabajo más pulido, que sea digno de merecer el tiempo de los lectores. Al respecto, dijo una vez Carlos Ruiz Zafón: «Se escribe para uno mismo y se reescribe para los demás», dejando claro que cuando uno escribe para un público, la actividad se torna un trabajo que exige esfuerzo extra: edición, corrección y, en último término, reescritura, lo cual, a su vez, exige tiempo, que es lo que mencionaba al inicio de esta carta: un buen texto nunca se crea de un momento a otro.
Y a mí siempre me ha gustado crear arte que trascienda, no simple contenido que sea desechado apenas se publica y cuya calidad esté determinada por estadísticas.
Por esa razón necesito dejar de fijarme en los números para fijarme en las almas. Porque escribo desde mi humanidad para personas que dedican su bien más preciado a leerme: su tiempo, algo que yo, al menos, no le dedico a cualquiera, y por ello mismo me siento afortunado cuando alguien decide detenerse unos cuantos minutos de su día a leer lo que escribo.
Es por ello también que en Soledad urbana las publicaciones no son diarias, sino que me tomo el merecido tiempo para escribir cada cosa que comparto. Una buena redacción, o al menos una redacción decente, exige días, y este es un hecho que ningún algoritmo va a cambiar. Soledad urbana comenzó como un blog para publicar mis textos inéditos, pero ahora también me he propuesto compartir cartas para hablar de temas más íntimos y compartir mi forma de ver la vida y sus matices. Aunque por su naturaleza literaria tendrán ficción, procuraré que todo lo que cuente en ellas sea sincero, real.
Soledad urbana es mi forma de resistir los embates de la proliferación literaria. Se ha constituido en un refugio que comparto con aquellas personas que realmente se interesan en mi trabajo, más allá de una o dos frases que se hagan virales en redes. Aquí me tomo el tiempo para escribir cuanto quiera, para explayarme sin miedo a que lo que escribo sea ignorado por ser tan extenso. Este es un espacio para personas que estén dispuestas a absorber cada palabra con calma, saborear cada frase con la misma delicadeza con que yo la he escrito. Es una compañía cálida para quien quiera tomarse el tiempo para ver la vida pasar lento, sin prisa.
Quien venga a parar por estos lares, espero que aquí pueda desconectarse un rato no sólo de la velocidad vertiginosa con que corre la vida en las redes sociales, sino también del estrés provocado por la actividad constante en la vida real. Dejar a un lado las prisas, la ansiedad, los pendientes, para sumergirse en lo mejor que puedo ofrecer como artista, como quien se toma un rato para leer su libro favorito en una tarde de domingo, dejando que las horas transcurran a la misma velocidad con que el sol tarda en pintar de arreboles el cielo.
Si tú, que estás leyéndome ahora, has llegado hasta aquí: gracias. Es agradable tener algo de compañía en esta travesía generalmente solitaria que es el acto de escribir.
Te mando un abrazo hasta el otro lado de la pantalla. 🫂
Con cariño:
Mis libros | IG | Facebook | WhatsApp
Tus textos son una abrazo para el alma, cada vez me siento más sorprendida de todo lo bueno que puedo encontrar en lo que escribes, realmente le pones el corazón y sabes, me encanta tu trabajo
sigue dedicandonos versos así de hermosos 🫶☺️☺️
Te conocí en las redes, he adquirido un libro tuyo. Y es sublime leerte. Porque al menos a mí transportarme a un espacio seguro y limpio. Alejado de las vanidades actuales. Eres fuerzas, eres un escritor de verdad. Un abrazo