Mariana no podía entender por qué aquel lunes que le habían prometido volver a ver a Daniel, él no se encontraba en el aula, con sus detalles a la orden del día. Se dijo que tal vez no debía preocuparse, que todo estaba bien, que probablemente había surgido un imprevisto. Quería pensar en cualquier cosa. Sin embargo, no fue un solo día que Daniel faltó a clases. Durante toda esa semana tuvo que resignarse a llegar al colegio y no verlo corriendo con sus compañeros, con sus gritos y su risa alegrando sus mañanas.
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