Los días discurrieron a cuentagotas, entre tormentas y soledades. Rafael se había refugiado en el interior de su habitación como si el mundo más allá de sus ventanas no existiera o se hubiera difundido en un espejismo de siluetas grises que sólo le inspiraba recelo. El recuerdo de Nadia era sólido, casi más real que él mismo. Sus prendas todavía ocupaba…
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