Nadia vio que sus esfuerzos por intentar sacar a Rafael de aquel pozo de tristeza al que se había lanzado por fin estaban surtiendo frutos. Su novio comenzó a aceptar y agradecer las atenciones que le daba, correspondía sus diálogos, ya no se ocultaba en su isla. Rafael estaba de vuelta. Había recuperado la sonrisa, el temple y hasta el color de la cara…
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