Contrario a muchos lectores, yo a los libros soy incapaz de marcarlos. La sola idea de subrayar, doblar una esquina, o peor, colocar post-its, me resulta inconcebible. Cuido los libros más de lo que me cuido yo, y no exagero. De momento no cuento con un librero, así que la mayoría los tengo en una caja, pero eso sí: bien sellados. Al leer cada libro, procuro tratarlo con suma delicadeza a tal punto que, al finalizarlo, parezca nuevo, como si nunca lo hubiera tocado. Páginas impolutas, portada intacta. Leer para mí es acariciar el libro, literalmente. Ni siquiera coloco las yemas directamente sobre el papel, ni me atrevo a leer sin antes lavarme bien las manos.
Recuerdo que, en mis primeros años como amante de la lectura, esto no ocurría. Doblaba las páginas de los libros sin remordimiento. Una vez, cuando un profesor me vio leyendo un libro que, en mi afán de comodidad, lo había abierto hasta el punto que la parte central del libro (donde se pegan las hojas) prácticamente estaba plana, me pidió que le prestara el tomo y me dijo: «Un libro no se lee así, sino así», y procedió sujetar el libro por la cubierta: el lomo posaba en su palma mientras que con el pulgar y el resto de dedos sostenía la portada y contraportada respectivamente, de tal modo que lo mantenía abierto en forma de «V». Y para ejemplificar la que era una correcta lectura según él, pasó las páginas sosteniendo cada una de ellas por el borde, incluso de las esquinas, sin tocarlas directamente con las yemas.
En aquel momento eso me pareció exagerado, una actitud teatral, y hasta le dediqué una mirada burlona, porque no creía que nadie fuera capaz de dedicar tanta delicadeza a un objeto. «Es sólo un libro», pensé. Hoy, me parece lo más sensato. No sé cuándo comenzó esta minuciosidad de cuidar a los libros tanto, pero creo que la lección de él influyó muchísimo en mí, aunque sea de forma inconsciente, porque un día, de pronto, no volví a tratar a los libros como antes.
Hay quienes encuentran encantador o incluso romantizan el hecho de anotar palabras en las páginas. Yo no. Me parece una atrocidad. Y aunque estoy de acuerdo con que cada quien es libre de hacer lo que quiera con los objetos de su propiedad, yo prefiero mantenerlos impolutos. Por eso, al menos últimamente, tampoco presto mis libros a nadie que sé que no los cuidaría como yo. La última vez que lo hice, la portada del libro en cuestión, que era brillante, volvió a mis manos opaca, rayada. Hasta ahora no ha habido una sola ocasión en que no me haya arrepentido de prestar un libro.
Algo similar pasa con los libros nuevos: si están termosellados, no los abro hasta cuando los voy a leer. Por eso varios de ellos permanecen así, nuevos, literalmente, y los que ya he leído, los resguardo siempre del polvo, sellados también, con papel film o lo que tenga a la mano.
Pienso que los libros son como los seres humanos y, como tal, deben permanecer con su integridad intacta. Escribir anotaciones en las páginas, subrayar renglones o pegar post-its, me parecen formas de mutilar su belleza, de imponerles nuestra individualidad en ellos, de decirles: «no eres suficiente así, por eso te subrayo, te doblo, te marco». Y no hay nada más hermoso que un libro libre, tal como lo es un ser humano. Bien cuidado, impecable, y resguardado de cualquier asomo de «vandalismo».
En su ensayo «El amor a los libros», Julio Ramón Ribeyro escribió:
El verdadero amante de los libros no tolera que el expendedor se los envuelva. Necesita llevarlos desnudos en sus manos, irlos hojeando por el camino. Llegando a su casa, lo primero que hará será grabar en la página inicial su nombre y la fecha del suceso, porque para él toda adquisición es una peripecia que luego será necesario conmemorar. Con el tiempo dirá: “Hace tantos años y tantos días que compré este libro”.
Debo admitir que, aunque ahora ni siquiera he anotado la fecha en que compré cada libro, la verdad es que eso es algo que probablemente sí haría, ya que tengo cierta obsesión con las fechas y las horas. En mi diario, por ejemplo, además de escribir la fecha de cada texto, marco también la hora en que inicio la escritura y la hora en que termino. Así que es probable que haga lo mismo con cada libro, no tanto para marcar el tiempo de lectura, pero sí al menos para señalar la adquisición.
Aparte de eso, dudo que me pueda permitir hacer algo con mis libros. Si necesito hacer una anotación, prefiero usar una libreta; lo mismo si quiero extraer una cita: en lugar de señalarla en el libro, la transcribo aparte. Si quiero señalar una página, uso un marcapáginas, que para eso existen. Y ni qué decir sobre añadir adornos como dibujos o trazos al estilo de filigranas. Yo, como digo, opto por conservarlos como nuevos. Además de alargar con eso su vida útil, son visualmente más atractivos para mí. En la maquetación —y esto lo digo como el editor que también soy— se añaden suficientes detalles como para, además, insistir en decorarlos con otras cosas, corriendo el riesgo de mancillar su elegante belleza. Y es que un libro no necesita tanto. Sólo dejarlo ser, permitir que abra puertas en nuestro interior mediante la lectura.
Llegados a este punto, debo repetir lo que dije líneas más arriba: estoy de acuerdo con que cada quien haga con sus libros lo que quiera. Si a alguien le parece bien subrayarlos, doblar ciertas páginas o añadirles pegatinas, no sólo a mí me parecería igualmente genial, sino que incluso lo celebraría, porque reconozco que cada uno, en pleno ejercicio de su libertad, gustará de expresar su amor por los libros como mejor le parezca. Eso es parte de la variedad de expresiones, ya que todos somos distintos, y la forma en que tratamos los libros han de ser el reflejo de cada uno de nosotros. Yo, simplemente, soy de aquellos que prefieren demostrar su amor manteniendo la integridad. Lo importante, al final, es disfrutar del tiempo que uno dedica a leer un buen libro, dejándose envolver por aquella magia encantadora que sólo se puede encontrar entre sus páginas.
Gracias por leerme hasta aquí, de corazón.
Cuéntame, ¿cómo cuidas tus libros? ¿Los marcas de alguna forma o prefieres no hacerlo? Te leo en comentarios. 🤓
Con cariño: