Con ella, por ella, para ella
Cuando el sentimiento embarga, la poesía fluye
Si ella me hubiese querido, tal vez me habría interesado más por el mundo, por saber qué esconden las calles cuando nadie las mira, por mucho que las transiten. Si ella me hubiese querido, a lo mejor los paisajes no me hubiesen llenado el alma de nostalgia, como si me estuviesen transmitiendo pesares, tristezas de otras vidas, ausencias ajenas que jamás fueron restablecidas. Si ella se hubiese quedado, tal vez yo no estaría aquí, o estaría aquí y en todas partes, porque con ella me sentía capaz de romper fronteras.
Si ella me hubiese dado una oportunidad, le habría hablado del fin de las distancias, de los abrazos que no se esperan, porque a su lado hubiese sido capaz de crear una realidad en la que nunca le falten. Le habría dicho que hubiese podido cambiar mis libros por sus noches, mis poemas por su boca en la mía, mi alma por un instante de conversación con ella, porque una vez que comenzaba a hablar, no se detenía, y yo adoraba permanecer envuelto en aquella letanía embriagadora que me hacía conocer el interior de su mente, como si realizara un viaje de ida a una biblioteca hecha de pensamientos. Le habría dicho que cada vez que me mostraba una foto suya donde aparecía en un paisaje, yo me enamoraba de las vistas, sí, pero que siempre —¡siempre!— me estaba refiriendo a ella.
Si ella me hubiese querido, si se hubiese quedado, si me hubiese dado la oportunidad de demostrar que soy un hombre con algo más que palabras para entregar, le habría hecho creer en las historias sempiternas, me habría encargado de convencerla de que hay universos que caben en una mirada, que no toda la poesía está escrita, que hay que descubrirla en los momentos más simples, en los detalles aparentemente superfluos, que estamos hechos de algo más que partículas, que somos también forjadores de recuerdos, instantes que suceden y se pierden para siempre.
Le habría hecho saber que, si el amor se trataba de sufrir, con gusto hubiese sufrido por ella; si era cuestión de esperar, la habría esperado a ella; si era cuestión de soñar, habría soñado con ella; si era cuestión de entregarme, de sentir desde la felicidad más holgada hasta la tristeza más profunda, con gusto lo habría hecho con ella, por ella, para ella, porque me parecía —y me sigue pareciendo— la única mujer por la que vale la pena experimentar todas las sensaciones que el ser humano puede conocer en la vida.
Amo tu trabajo, el arte que generas através de tus escritos y los sentimientos compartidos en cada una de sus letras. ¡Por favor, nunca pares! Se que hay muchos como yo que aman tus poemas, no te detengas que cada vez son pocos aquellos que logran escribir con el alma.
Muy Buenos Escritos !!
Me Falta Leer Dos De Tus Libros Aún 🙃🥺